Hoy por hoy, el cubano americano Emilio Estefan es considerado por los
críticos afines a la transculturización, uno de los principales productores
de la música latinoamericana. No cabe duda que para estos y muchos periodistas del espectáculo, El Midas de
Miami “es símbolo de la nueva hispanidad
ante el mundo al fusionar dos culturas: la anglosajona y la latina, y entender
el sentir y las inquietudes de ambas. Gracias a ello ha creado su muy
particular forma de trabajar en el punto medio de ambas” a como lo señala la
periodista Fabiola Hinojosa.

Ana María Ochoa, especialista colombiana en etnomusicología e investigadora
del desplazamiento de las músicas tradicionales hacia los medios masivos y el
nacionalismo en la música, agarra al toro por los cuernos en la obra “Músicas
locales en tiempo de globalización” y cuestiona la transculturización en el
contexto de las llamadas Músicas del Mundo o World Music.
Ochoa despega con la transculturización de la música durante los 80 y
90, señalando que esto originó monopolios en lo audiovisual y lo informático.
Agrega que coexisten dos grandes actores en la producción musical, los majors o
grandes compañías disqueras en dominio del mercado internacional y los indies
también compañías disqueteras pero de menor tamaño que descubren nuevas músicas
y talentos, provenientes de las denominadas músicas locales ligadas al
territorio y la tradición oral en Africa, Asia y Latinoamérica.
Según la investigadora, la relación entre majors e indies mas que ser
antagónica es de cierta complementareidad.
Asimismo, se resaltan los cambios tecnológicos, entre estos la
digitalización, como un factor determinante de nuevas relaciones de producción, almacenamiento, consumo y
distribución de la música incidiendo en la estética y el cambio del sensorium.
En este contexto, se da el surgimiento de la World Music o Músicas del Mundo,
sinónimo del mercadeo global de los sonidos de lo local, creando nichos de
mercado y presentación para músicos tercermundistas.
Así, la mayoría de
los majors se trasladan a Miami, lo que contrasta con el incremento de los
repertorios locales, que al final serán desplazados a la gran maquila de la
música en la Ciudad del Sol, con el propósito de que estos sean adaptados
estilísticamente a los postulados transnacionales de lo latinoamericano-latino.
Finalmente, en medio de esta dialéctica se alza la problemática de la piratería
y los descensos en las ventas de discos, lo cual supone un desafío de
reinvención para la producción y comercialización de la música de parte de los
oligopolios transnacionales.
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